miércoles, 12 de septiembre de 2012

Identidad política #7: Multiverso histérico-histórico




Contrayendo / contraviniendo (histeria / historia)

) ) )   El relato multidiverso, ilustrado por Miki Takahasi    ( ( (



1.
Relato y no contradicción
Supongo que debemos responsabilizar a Foucault de la recurrencia con la que la dicotomía entre “discursos” y “prácticas” se presenta en los papers universitarios de hoy en día, y en el trabajo de académicos, doctorandos y demás operarios de la industria intelectual. El concepto “discurso” me parece problemático e incluso insuficiente para dar cuenta de los fenómenos que significa, pues lo “discursivo” remite quizás a un orden trascendental que ensombrece su condición siempre inmanente, efectiva y afectiva: por lo general, el término “discurso” se utiliza para nombrar construcciones comunicativas con significación y sentido, con cierto grado de autonomía o auto-conclusión (es decir. delimitado en algún punto o principio), y cuya aprehensión se efectúa mediante el intelecto, reflexivamente. Para sistematizar el tipo de construcción intelectual que suelen referir los “discursos”, prefiero el término “relato”, más amplio y que evidencia etimológicamente su papel de relación, remisión, o expresado en jerga materialista, religación.


Es una pena que el “Diferencia y repetición” (de ahora en adelante, Dif/Rep), tan meticuloso en sus especulaciones lingüísticas, carezca de un capítulo dedicado a la construcción de los relatos, una ausencia que (hasta donde yo sé) es extensible al conjunto de la obra de Deleuze, a resultas de lo cual los monaguillos deleuzianos recurren al “La palabras y las cosas” para estos asuntos.  Una pena, pues el Dif/Rep lo tenía a huevo para estirarse hasta construir una teoría completa de los relatos, aunque quizás esa figura potencial sea más o menos equivalente a lo que en “¿Qué es la filosofía?” se llamará “plano de inmanencia”: un dominio autónomo de los conceptos en el que éstos se fundan como ensamblajes lógicos entretejidos, en el que todos participan unos de otros en un orden que se puede recurrir en infinitas direcciones y sentidos, pero limitadas por su necesaria coplanaridad (que será precisamente su inmanencia o incluso, se me ocurre, su “principio derealidad”). En su trenzado esencializante entre diferencia y repetición, del Dif/Rep se plantea que los conceptos son, incluso en su despiezado más minucioso y absoluto, en su “elemento mínimo”, relatos, es decir, sistemas de relaciones (y no sólo diferencias, tal como afirmaban otras lingüísticas) que reverberan, rebotan, se retroalimentan entre sí: la realidad tiene forma de relato de relatos, y cada uno de esos relatos menores es un ensamblaje de otros relatos, y así sucesivamente, habiendo quien considera que el orden de estas estructuras sea del tipo matrioska (jerarquías concéntricas donde unos relatos contienen a otros, con los que se relacionan analíticamente) o y quien las modeliza como rizoma (irreductible a un orden de escalas o filiaciones). Pero en cualquier caso, nuestro acceso a la realidad, en cuanto imperativamente resultante de una codificación o significación, toma cuerpo en la forma relato: disposición de las cosas mediante relaciones de mutualidad, correspondencia y  complementariedad.

Tal y como lo estoy definiendo, ejemplos de relato son el sistema legislativo (que ecualiza la realidad remitiendo cada fenómeno a un índice de legalidad o ilegalidad), la medicina occidental (donde todo se ordena bajo el amparo de unos determinados axiomas sobre la teleología del cuerpo, que a su vez remiten a otros relatos como el bioquímico, el físico, el termodinámico…) o cualquier otro “gran relato” profesional, que dista mucho de componerse únicamente por categorías técnicas puesto que (y recupero la magnífica figura de ls representaciones pushmi-pullyu) su lógica distribuye todo tipo de prescripciones deontológicas. Fundamentalmente, lo que hacen los relatos es localizar los fenómenos, posicionarlos “en su sitio” dentro de un sistema de relaciones, que acostumbran a ser de causalidad. De ahí, que por lo general “relato” suela utilizarse como un concepto propio de “lo narrativo”, lo cual es inexacto: los relatos no necesitan desarrollar una sucesión de acontecimientos para efectuarse, pues funcionan “fuera del tiempo”, su organización de las cosas es sincrónica en la medida de lo posible. Componiendo la infinidad de relatos que nos atraviesan y producen, obetenmos ese “gran relato” que es la Realidad, o el relato último, el continente final en el que todos los demás microrelatos han de establecer su suelo: de hecho, la filosofía históricamente ha venido matizando cada uno de esos grandes relatos de lo real buscando incongruencias, pues un requisito fundamental desde Aristóteles es el principio de no contradicción, sea considerado ontológicamente (la realidad no puede ser en sí contradictoria) o gnoseológicamente (puede que lo real sea contradictorio, pero la estructura de nuestro pensamiento nos impide pensar simultáneamente términos mutuamente excluyentes).

El libro de Meillassoux es muy interesante por el nuevo relato de lo real que despliega, basándose en el principio de la absoluta necesidad de la contingencia: es decir, según él, nadie puede asegurar que mañana el sol no vaya a salir por el norte en lugar de por el este, pues el hecho de que hasta ahora su comportamiento haya cumplido un determinado orden, no implica que ese orden se vaya a mantener indefinidamente. Según este “Alter Finitude”, la ciencia funciona con estadísticas de recurrencias basadas en hechos constatados, pero las leyes de la naturaleza en las que confiamos podrían cambiar espontáneamente y sin previo aviso. A fín de cuentas el “Big Bang” fue una singularidad (acontecimiento disruptivo de la normalidad espaciotemporal), un hecho milagroso, y ya que la génesis universal es en sí un accidente incausado, cualquier otro “milagro” se puede producir en cualquier momento: la realidad es completamente libre en su comportamiento, pues no tiene detrás a un Dios que la organice y a cuya legislatura deba dar cumplimiento. El Ser es un campo anárquico, volátil, y la única necesidad que salva Meillassoux es el principio de no contradicción. Una postura que puede parecer nihilista (refuta cualquier estabilidad ontológica necesaria, incluso referente a espacio, tiempo o sustancia) pero en el fondo, a la gente de nuestra generación, nos resulta optimista.





2.
Una crisis en doublespeak

Califico de “optimista” el sistema de Meillassoux (fundante del realismo especulativo) porque nuestra generación está acostumbrada a sobrevivir precariamente en una realidad absolutamente contradictoria, lo cual contradice (¡) el principio aristotélico que negaba esa posibilidad. Estamos sometidos a una oferta de relatos y microrelatos de una diversidad inabarcable, cada uno de ellos cumplidor de una lógica intrínseca, pero que entre sí son imposibles de componer en un orden relativo común: la nuestra, más que la cultura de la incertidumbre (como se ha reconocido mil veces) seguramente sea la cultura de la contradicción, y por tanto de la falta de identidad (esencia que no sé si hemos perdido, o si hemos simplemente dejado atrás).

Recordaréis aquel concepto tan bonito de “1984” que era el “doublethink”, la pieza más radical de la “neolengua” y consistente en el uso contradictorio de las palabras: en el libro, los ciudadanos eran capaces de pensar simultáneamente dos ideas mutuamente excluyentes si así lo requería el Gran Hermano (con los célebres enunciados del tipo “war is peace”). El concepto orwelliano era tan brillante que ha dado lugar a toda una escuela de estudios culturales dedicada a estudiar ese “doublespeak” que ha empapado los discursos de nuestra civilización: la entrada al respecto en wikipedia remite a un montón de pensadores que rastrean ese tipo de fenómenos lingüísticos aunque la mayoría de ellos, por lo visto, lo hace desde una perspectiva distópica, conforme al ideario de Orwell. Según leo, estos investigadores del doublespeak lo que hacen fundamentalmente es rastrear los relatos en busca de incongruencias o usos imposibles y tramposos del lenguaje, guiados en última instancia por una entrañable y nostálgica búsqueda de la verdad… lo, cual, en mi opinión, es una estrategia ya anacrónica: los que estudian el doublespeak con actitud inquisitiva creen todavía en el principio de no contradicción, en la posibilidad de un “plano de inmanencia” plenamente coherente, cuando IMHO la marea de fondo de todo este universo de ambigüedades es que compromete la idea de “verdad” hasta sus fundamentos: el doublespeak de hoy en día no es únicamente el uso instrumentalizado de él que hacen políticos o creadores de opinión, sino la estructura misma, sincrética, de nuestro relato de la realidad, desmantelado ahora en mil micro-relatos incomposibles (y me remito de nuevo a la realisis de la que hablaba hace unas semanas).No son trampas orquestadas desde el poder: es un fenómeno mucho más microbiótico, como si el aparato cognitivo de nuestra especie se dirigiese inexorablemente a un abismo donde las verdades ya no son únicas, sino múltiples.

Este fenómeno de comprensión y aceptación simultanea de relatos mutuamente excluyentes creo que a todos nos está afectando en lo que respecta a nuestro entendimiento de “la crisis”: se han hecho tantas lecturas sobre su etiología, circula tal cantidad de versiones diferentes sobre sus causas y consecuencias, y se han formado un número tan elevado de explicaciones (todas ellas lógicas, coherentes, verdaderas) que, sencillamente, es imposible seleccionar la verdadera por encima de todas las demás, pues todas ellas son equiparables en su “índice de veracidad”. Pongo algunos ejemplos de relato descriptivos de la crisis, construido cada uno de ellos sobre un determinado principio causal, una teleología eficiente, un subtexto moral y, fundamentalmente, una distribución de responsabilidades como objetivo final de cada uno:

* Hay quien afirma, en la estela de PP.CC que la crisis es de etiología inmobiliaria, causada por un contubernio perverso de grandes fortunas y políticos populistas, que se confabularon (¡ojo! Consciente… o inconscientemente) en la sombra para organizar una estafa colectiva cuya explosión inevitable es lo que sufrimos ahora.

* Una versión alternativa (la de Ricardo Vergés, por ejemplo) remite el origen del problema a los momentos previos a la implantación del euro, pues tanto Alemania como Francia, para lidiar con una crisis de las dot com que a punto estuvo de ser letal para sus economías, colocarían sus excedentes de liquidez en los países del sur, consiguiendo con ello “exportar inflación” e invertir en un retorno a interés razonable, desencadenando un desequilibrio entre deudores y acreedores en Europa cuyo resultado debía ser necesariamente el que todos conocemos.

* Otros afirman que el problema se debe estrictamente a la avaricia especulativa de los inversores de Wall Street, sumada a un impresionante desarrollo de sus técnicas informáticas de inversión a principios de los dos mil, que provocó una vampirización (o incluso suplantación) de la economía real por parte de la financiera para la que la legislación existente (que no contaba con los efectos de esas nuevas tecnologías de inversión, altamente sofisticadas) no estaba preparada.

* Por otra parte, muchos aseguran que lo que está pasando es consecuencia de la drástica bajada de intereses por parte de la Reserva Federal durante la resaca del 11s, una medida desesperada por parte del imperio americano para financiar su agenda bélica, creando una sobredosis monumental de crédito y deuda que sería en última instancia la causante de los problemas actuales.

* Los hay que piensan que en realidad la causa es la implantación del dinero Fiat y la supresión del patrón oro, es decir, remiten a la necesidad de Nixon de financiar la guerra de Vietnam con dinero salido de una chistera, y la consiguiente continuación de la virtualización de la economía con eventos como Breton Woods, la política de Greenspan y Bernanke, el “consenso de Washington”, el new deal que supuso la tercera vía de Blair y Clinton, y demás cumbres de la globalización.

* En plan maximalista, la izquierda canónica cree que asistimos sencillamente al colapso del capitalismo como consecuencia de su propia inercia estructural, que tiende a derivar en burbujas de sobreproducción de periodicidad cíclica, cada vez más virulentas, y que a medida que ha ido acentuando los desequilibrios y diferencias entre clases ha ido construyendo la “madre de todas las burbujas” a cuyo pinchazo estamos asistiendo.

* Muchos afirman que el movimiento de fondo al que asistimos es a la progresiva pérdida de poder relativo de occidente en el panorama global, con lo que el crecimiento de las economías BRIC (fundamentalmente China) ha ido endeudando a Europa y USA hasta niveles insostenibles, de tal manera que esta crisis es el fin del imperio americano y la ascensión al poder de un nuevo orden económico global orientalizado.

*… y muchos creen sin embargo que lo que ha pasado es que el sistema ha alcanzado el límite físico a su capacidad de expansión, es decir, la tierra no puede ofrecer más recursos con los que construir nuestros caprichosos cachivaches ni seguir absorbiendo la mierda contaminante que generamos, fenómenos entre los que destaca como evento crítico el “peak oil” o momento cumbre en la explotación petrolera en la que la relación entre costos de extracción y precio de venta hace que el precio del oro negro vaya a partir de ahora a subir indefinidamente (pues las reservas que quedan se localizan en contextos de cada vez más difícil acceso, y por tanto el coste de su obtención es cada día más oneroso).

Ufff… menuda lista, y eso que me dejo en el tintero unas cuantas teorías igualmente lógicas y coherentes. ¿Cómo saber cuál es la verdadera? Es imposible porque ninguna lo es, o mejor dicho, todas lo son: es decir, no hay una pieza que falte y que haga que unas teorías se confirmen y otras se neutralicen (la resolución de "la verdad" ya no es detectivesca), no hay que “investigar” lo que ha pasado porque tenemos todas las piezas del rompecabezas… el problema es que esas piezas se pueden poner en relación de múltiples maneras, cada una de las cuales generará su propio índice de responsabilidad, sus expectativas y su realidad.. Como ciudadanos, gestionar en nuestras cabezas todas estas teorías, priorizar unas sobre otras, desarrollar nuestra propia interpretación de los hechos, implica un trabajo cercano a la esquizofrenia puesto que, sencillamente, carecemos de un “gran relato” que sea capaz de dotar de suelo dogmático a una sola teoría de entre todas las demás. Yo por ejemplo creo que todas ellas tienen razón, lo cual me lleva a muchas contradicciones: ¿son culpables los banqueros o lo somos los ciudadanos? ¿Europa lo ha hecho bien o lo esta haciendo mal? ¿Estados Unidos tiene la responsabilidad de todo, o pudríamos habernos implicado en el asunto? ¿hay un fundamento cultural o “de civilización” en todo esto? Me veo obligado a responder simultáneamente que sí y que no a cada una de esas preguntas. Quizás es que me estoy volviendo loco, o que en mi lectura de Dif/Rep he sido más deleuziano que Deleuze.




3.
Multi-determinación y multi-diversidad
 De esta situación de exposición a relatos contradictorios, sólo tengo una cosa clara: esta nueva forma de estar en el mundo no es transitoria, no va a terminarse, sino que anuncia posiblemente una nueva metafísica de "la verdad" para la civilización subsiguiente. Se acabaron los días en que uno estaba obligado a decidir, a elegir un relato desechando los demás (una actitud insostenible en la globalización cultural, donde la convivencia y el respeto con el relato ajeno exigen una relativización del propio), y la deriva que ha tomado la historia es hacia la ambivalencia, la simultaneidad de contrarios, la incongruencia entre partes, la incomposibilidad, el doublethink, el dobluespeak. En otra ocasión hablaré sobre cómo creo que ello afecta a nuestras identidades, pero lo resumo reconociendo que debemos acostumbrarnos a una realidad múltiple en la que debemos actuar constantemente como agentes dobles.

No obstante, a escala personal esto no supone un gran problema: a fin de cuentas, Lacan legitimó a los bipolares que somos capaces de instalarnos sin problema en la incoherencia y la multi-determinación (que equivale a eso a lo que los carcas llamáis “indeterminación”)… el problema del asunto es cómo construir una comunidad en estos términos. ¿Cómo producir y gestionar lo común en un mundo donde cada relato despliega una lógica igualmente respetable? Se necesita dramáticamente una nueva dialéctica de la pluralidad para solucionar los problemas de la globalización, y no me cabe duda de que antes o después alguien encontrará la forma de hacer cultura en este mundo incongruente de manera más apacible. Mientras tanto, habrá que estar atentos a un detalle crucial: cuál es el relato sobre la crisis que al final es el que pasa a los libros de historia. Como hemos dicho existen numerosas versiones susceptibles de ser utilizadas, pero tal y como está planteado el sistema educativo sólo una de ellas se convertirá en la versión institucionalmente aceptada. Por ahora no existe esa versión oficial, pero cuando se produzca (cuando los poderosos se decidan por oficializar un determinado relato como el que menos los responsabilice o amenace su soberanía), se habrá dado un paso crucial en la determinación de por dónde pueden ir los tiros en el futuro. Vuelvo a insistir en que lo real es únicamente un relato (o constelación de relatos)… y es la contienda entre los diversos relatos por instituirse en el verdadero lo que determina los acontecimientos: excepto, claro está, que seamos capaces de mantenerlos vivos a todos ellos en su multi-diversidad, como un ecosistema de hipótesis potencialmente útiles, ninguna falsa, todas verdaderas.


de postre    
,     
t e m a z o




3 comentarios:

  1. oye neno, cuando te pasas al whatsapp?

    -x-

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  2. Resulta muy ameno e instructivo tu relato… pero creo que al “status quo” también le interesa mucho que lleguemos a esa conclusión tan “relativista”. Y eso es lo que más me hace sospechar de tu relato. Aunque como tú dices que puedes pensar dos cosas contradictorias a la vez... eso te salva de un “ataque” furibundo a tu relato -de mi parte más radicalmente comunitaria, claro... que a su vez se opone a mi parte más radicalmente individualista, por supuesto-. Así que al final estoy de acuerdo y no estoy de acuerdo contigo :-)

    Dice JB que “para reinventar un pensamiento no hay que hacer estallar la verdad de un sistema, sino su lógica”.

    Aunque yo creo que de momento es el descaro de la verdad lo que más está cabreando a la gente, que la está haciendo estallar a diestro y siniestro, porque ya no logra seducirnos... o más bien compensarnos de nuestro olvido o de nuestro autoengaño voluntario, no sé.

    Lo de hacer estallar su lógica... como ya dijo JC hace muchos años: “vendrá por añadidura”, supongo.

    http://lighthousebcn.com/seis-cosas-que-debe-usted-saber-acerca-de-los-21-billones-de-dolares-que-las-personas-mas-ricas-del-mundo-esconden-en-paraisos-fiscales/


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