viernes, 23 de noviembre de 2012

Identidad política #12: Asco y éxtasis





inacción
inactividad - gandulería - ineficacia - inercia - pasividad - quietud 


Dejo aquí (no lo consigo incrustar) otro speech de David Harvey, esta vez escuetísimo y centrado en la relación entre economía y procesos urbanizadores. Su análisis es perezosamente keynesiano: según su planteamiento (que es el canónico entre economistas y geógrafos) los períodos de expansión urbana ocupan mucha mano de obra produciendo así un efímero florecimiento económico, que luego marchita violenta e inevitablemente cuando se alcanza el momento en que no hay "más casas que construir" y la economía no pueda continuar con el mismo ritmo de producción y consumo. Es la lógica de Keynes, que afirmaba que abrir una zanja para luego volverla a tapar es económicamente beneficioso (una posibilidad que él no propone, pero sí descubre, por más que los neoliberales le acusen de lo contrario). Esa descipción suena muy "natural", incontestable, pero algo en este tipo de análisis me resulta siempre insatisfactorio, incompleto, quizás por las limitaciones inherentes a las categorías que componen el discurso: mano de obra, producción, capital, economía, crédito... No sé, eso son meros síntomas, intuyo que el impulso que sacude la historia (la económica y la urbana) pueda ser amansado apelando a otras figuras, a otras aproximaciones a la acción humana... ¿quizás también a la inacción humana?
Estas declaraciones tan de perogrullo de Harvey me han hecho pensar en el gran problema que encuentro en el Marxismo,  la nota que más chirría en un pensamiento en lo demás muy bien afinado: el status de verdad antropológica (y supremacía moral) que otorga al homo laborans como definición y esencia de lo humano general.







El tema tiene mucho calado y remonta a las estructuras más profundas del pensamiento europeo, en el que Marx está embebido hasta el tuétano: la necesidad, dignidad y primacía existencial del "actuar" en general (y trabajar en particular) como constitutivo primero de la condición humana . Un dogma incorporado no sólo al "sentido común" del ciudadano occidental sino a la carta de derechos humanos universales: el trabajo está considerado un "derecho humano", detalle que en realidad no es más que la punta de un enorme iceberg ontológico y antropológico. Todo el humanismo europeo está impregnado por esa correspondencia metafísica entre "vivir" y "actuar", central en el pensamiento de Heidegger, Deleuze, Foucault y todos los demás, para quienes la dignidad de la interacción del cuerpo con el mundo era crucial, inviolable e irrenunciable. El ser humano, incluso para los continentales menos acomodaticios, es un ser de acción, cuya potencia se desvanece en el estatismo, y para el que el mayor oprobio es la coacción sobre su natural tendencia al emprendimiento y la laboriosidad. De manera muy sibilina se da por necesaria la idea de que el hombre es siempre hombre que hace y produce (objetos, ideas, acontecimientos) hasta el punto de que incluso la arquitectura moral marxista se basa en la soberanía de los trabajadores en cuanto trabajadores (y no por otros atributos). principio que se mantiene hasta día de hoy en que las mayores instituciones civiles son los fosilizados sindicatos (que piden, por supuesto, más trabajo). Incluso las feministas consideran absolutamente imprescindible el derecho al trabajo como restitución de su dignidad (eso de "realizarse como mujer" mediante el trabajo siempre me ha parecido equivocar el disparo, apuntando a la equiparación en lugar de la autonomía soberana, que creo hubiese sido más inteligente y hábil).




Es delirante en el fondo, exigir el "derecho a trabajar" para así, fundamentalmente,  "satisfacer los propios deseos" . Trabajo y deseo son dos categorías sagradas a toda la cosmogonía occidental, nuestro ideario cotidiano se articula en torno a variables de acción y deseo: pensamos que eso es lo normal, y que el ser humano siempre ha sido así y siempre lo será. La cuestión es que si juntamos mecanización, encarecimiento y escasez de la energía, y decaimiento del encantamiento consumista sobre nuestro imaginario, la tendencia es a que cada vez sea necesario menos trabajo en el planeta, y también menos deseo, menos acontecimientos, menos acciones, menos hechos. ¿Tenemos miedo a una vida en la que no suceda nada?  es posible que la dicotomía entre capitalismo y socialismo, lo público y lo privado, la producción y el consumo, deje de tener sentido por la vía de la quietud, la indolencia y el silencio. Lo inquietante de esa vía es que nos presentaría de bruces con el vacío de sentido de la vida. El hiperactivo dasein no está preparado para jugar a ser Buda.


La cultura oriental siempre ha sido mucho más profusa en ese tipo de antropologías. De hecho, el budismo o el yoga apelan exactamente a lo contrario del homo laborans: la realización plena de lo humano consiste en su no hacer, no interactuar, no desear. Existir, en plenitud, es únicamente existir como gesto único y lleno. Lo que para el existencialismo es pánico a "morir de asco" ante el vacío de la vida, es en cambio para la tradición contemplativa oriental la posibilidad de alcanzar el éxtasis de la nada, mediante la pasividad e imperturbabilidad absolutas que promete la meditación.
Curiosamente, algo de eso hay en el catolicismo, siempre más tendente a la contemplatividad que los protestantes del norte. El desprestigiado "Que inventen ellos" español es resultado de una cultura como la nuestra en la que la máxima aspiración del campesino sería poder no hacer nada, y poder ver la vida pasar sin más. Europa y angloamérica son otra cosa, allí se ha sublimado la primacía de la creatividad, lo procesual y lo transitivo como esenciantes de la humanidad. La hipótesis del "fín del trabajo" conducirá quizás a una nueva metafísica del ensimismamiento, de la indolencia, de la inacción. Menos placeres y menos padeceres... Tal vez en el futuro los políticos no ofrezcan el "pleno empleo" en los mítines sino todo lo contrario, "el nulo empleo": esa es la aspiración de muchos liberalismos y socialismos, quienes como alternativa al capitalismo imaginan una sociedad de artistas, filántropos y pensadores que dedicarían sus energías a crear nuevos placeres y saberes, y se encargarían de la perpetua renovación del mundo.
Pero tal vez no sea así, incluso la utopía marxista de una sociedad del conocimiento sea todavía demasiado activa... tal vez en el futuro no haya nada que hacer, y no hagamos nada, y apenas pase nada. Suena aterrador pero puede no serlo: estar simplemente quieto, sin siquiera pensar, estando ahí, viendo la vida pasar sin más.Y no morirse del asco.
Dejo el post. Me pongo en modo inacción. Más sobre el tema en este texto.



Ernesto Sartorius, Anarquismo eco-empático

9 comentarios:

  1. Sólo un apunte: poner a Heidegger entre los humanistas es un contrasentido y, precisamente, éste se rebela contra la idea de hombre como homo laborans; la "esencia" del hombre no sería la capacidad de trabajar, sino la capacidad del lenguaje —y tampoco exactamente, pero nos vale para el caso. Además, él defendería que lo útil, el trabajo, no se encuentra en la esfera de lo humano siendo lo auténticamente humano lo inútil, pues sólo en ello es donde nos creamos como humanos. Y el dasein no es un "ser trabajador", ni siquiera "un ser activo", porque no se puede decir que la esencia de un concepto ontológico (dasein) es un concepto óntico (trabajo) —y de paso, el dasein se erige precisamente en la nada, sólo así atravesado por el mundo, así que no le resultaría extraña—.

    El trabajo está desterrado del pensamiento heideggeriano como base de nada positivo. Y de hecho así se ve a través de su discípula más brillante, Hannah Arendt, la cual atacaría precisamente la definición de homo laborans marxista.

    Por lo demás, tu postura no es búdica, pues no auspiciaban la quietud en un sentido de "no pasar nada", tanto como hegeliana: has definido aquí, como expresión última de todo lo desarrollado, el Fin de la Historia. Y eso no tiene nada que ver con Heidegger ni con el budismo, aunque estos dos tengan mucho que ver entre sí, porque parten de una superación y negación de un hegelianismo que se demostró inoperativo para definir la existencia humana.

    La inacción, en la filosofía existencial, es una forma de acción: elegir no-elegir es actuar no-actuar, pues se elige no-ser, no-hacer, no-existir. Y, además, el trabajo es la versión última del no-existir, pues no aporta nada a nuestra existencia al tiempo que nos arrebata tiempo para existir.

    De todos modos, un consejo: lee a Georges Bataille, creo que te aclarará muchísimas ideas al respecto del trabajo, la inacción y el deseo. O al menos te hará hacerte las preguntas desde otra perspectiva, lo cual a veces ya es suficiente.

    Un abrazo Cesar, es una alegría ver que vuelves al blog con fuerzas renovadas.

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    2. Don Álvaro!!! la verdad es que utilizo la palabra "trabajo" pero en realidad me refiero a cualquier actividad, al estado activo, al gesto de participar del mundo en movimiento. Utilizo la expresión del "homo laborans" porque no encontré nada mejor, pero no me refiero únicamente al ytrabajo en sentido marxista, sino a la laboriosidad en general.
      Hablo de ello porque tengo amigos muy metidos en el rollo oriental y para ellos el desafío es llegar a la inacción absoluta y plena, como umbral de un extraño éxtasis amatorio en el que creen. Comparado con eso, Heidegger es hiperactivo (pues al menos como yo lo entiendo su filosofía depende mucho del acontecimiento, que es lo que los yoguis quieren anular; por eso digo que en occidente lo tenemos tan interiorizado como si fuese lo normal: incluso Heidegger propone el exigir como un mínimo de acontecimiento, de tiempo, de "hacer", y todos esos rollos que soltaba sobre las manualidades y la tecnología; los orientales son mucho más radicales, ellos buscan el zero kelvin, el absoluto estatismo. En Heidegger el trabajo es ontológico y no óntico a mi entender, el tiempo siempre está ahí, al menos a mí su dasein me parece muy metido en el mundo. en fín me llevaría mucho tiempo explicar cómo lo interpreto).

      "
      La inacción, en la filosofía existencial, es una forma de acción: elegir no-elegir es actuar no-actuar, pues se elige no-ser, no-hacer, no-existir. Y, además, el trabajo es la versión última del no-existir, pues no aporta nada a nuestra existencia al tiempo que nos arrebata tiempo para existir."

      Esto que dices es lo opuesto a lo que pienso yo: la existencia no es una "suma de aportes" y nada se le puede aportar ni quitar, a no ser que se identifique la existencia como activa. La existencia "plena" de la meditación no es activa, no tiene nada que ver con el devenir... no sé estoy pensando en alto porque nunca me lo había planteado hasta ahora que hablo tanto con esta amiga sobre la filosofía de la meditación, y Heidegger o Hegel me parece que siempre piensan lo real como transcurso... No sé, tampoco tengo claro cómo es el modelo yogui, a budistas sí que les he escuchado muchas apologías de la inacción, pero siempre con un componente extraño de participación pasiva del mundo, con las estaciones del año transcurriendo a tu alrededor y ese tipo de figuras... Las orientales son filosofías que me resultan muy lejanas, sobre todo por ese individualismo tan inflexible, el culto al ensimismamiento como huida del pensamiento... el método de la meditación tiene algo de hipnótico o psicodélico, con esa manera suya de pensar obsesivamente en culquier tontería hasta que el pensamiento se anula y sólo queda una paz íntima... No creo que tengan los conceptos tan desarrollados como en Europa, más bien por lo que veo simplemente explican cuatro cosas que necesitan para dar un argumento a ese trance, y el resto de temas no se los plantean. Hay algo de escapismo en ese mundo que me pone nervioso, pero al mismo tiempo me atrae porque empiezo a aburrirme de nuestra cultura del deseo. Ya te digo que estoy pensando en alto... Bueno amigo, un abrazo, nos vemos por tu blog!

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  2. ...la verdad es que no acabo de entender la perspectiva oriental, o quizás es que mi conocimiento del tema es muy pobre y mezclo planteamientos muy diversos. En realidad, el tipo de generalidades a las que llamo "lo oriental" vienen a ser las ideas de Alan Watts, que no sé de dónde sacaba cada concepto en concreto. Pero el caso es que él sí habla mucho del devenir, del dao, el flujo eterno y figuras de ese tipo,y sin embargo sus consejos morales suelen incitar a la pasividad. Una especie de mezcla entre "no merece la pena preocuparse porque la realidad es la nada" y la esperanza de esos estados milagrosos de la conciencia en la que ésta alcanza una comunión mística con el mundo que no llego a comprender. Los yoguis hablan mucho de "amor absoluto" o algo parecido, y de estados en los que el fuego no quema ni la nieve hiela, no se desea nada y el vacío equivale a la plenitud. Todo lo que puedas contarnos sobre este tema bienvenido sea!!! (y si te apetece puedes escribir algo pa el blog), la verdad es que me interesan mucho estos asuntos.

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  3. Sólo un apunte sobre Heidegger: el dasein no es lo que vive el mundo, es la posibilidad de todas las potencialidades de vivir el mundo: el dasein no es un votante o un consumidor, sino que se puede llegar a ser votante o consumidor en tanto dasein. La filosofía heideggeriana es muy compleja, y sí, el dasein está radicalmente en el mundo, pero el mundo heideggeriano no es el mundo del habla común. Eso es lo complejo.

    El problema de la filosofía oriental es que solemos apilar un montón de conceptos que no tienen nada que ver entre sí juntos, como si fueran coherentes. Aunque es cierto que el hinduísmo, los budismos —pues no es lo mismo el tibetano que el chino, ni ninguno de estos guarda una relación muy cercana con el zen (que es el que más manejo y, también, manejaba Heidegger— y el sintoísmo tienen una raíz común, la connotación de auto-extinción es completamente diferente en cada una de ellas. La auto-exintición como eliminación de todo deseo del ser, como nihilización total, es puramente hinduísta e infectó el resto de filosofías orientales, que se fueron diluyendo de ese concepto según se fue contagiando —es más nihilista el budismo chino que el tibetano, el tibetano más que el zen— y estos a su vez combinando con otras doctrinas —el budismo zen se entiende sólo en relación con el sintoísmo, el budismo chino con el taoísmo y el confucionismo. Es extremadamente complejo.

    A mi no me importaría escribir algo, o escribir más, sobre el tema, pero no lo domino: el budismo zen es el único dominio en el cual me siento cómodo para empezar a hablar, y no del todo. El problema o la virtud del zen, a diferencia de la auto-extinción que lleva a la absoluta aniquilación del ser de otras formas orientales, es que ya no es religioso (aunque sea místico): es una especie de filosofía de la intuición. En el zen, como en el tao, ya no hay una extinción del hombre en favor de lo natural, sino una conexión del hombre con lo natural —lo cual está en Heidegger, por cierto.

    Pero si quieres explorar la filosofía oriental mi consejo es que vayas al zen, pues es la única rama que comparte formas de pensamiento con nosotros; los japoneses son los franceses de oriente. De hecho no te será difícil darle un par de vueltas a nuestro querido Deleuze a través de Suzuki y, especialmente, Kitaro Nishida.

    Comentaré si se me ocurre algo más, y te avisaré si se me ocurre algo sobre lo que escribir, pero me temo que la filosofía oriental es aun hermética y extraña para mi aun cuando llevo años tanteándola.

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  4. Y ya que estamos con esto, te dejo un fragmento brillante de Watts sobre el zen que he encontrado en un libro sobre Heidegger mientras buscaba otra cosa:

    Un maestro estaba tomando el té con dos de sus discípulos cuando, de pronto, le arrojó su abanico a uno de ellos, diciendo, “¿Qué es esto?” El discípulo abrió el abanico y se abanicó. “No está mal”, fue el comentario del maestro. “Ahora, tú”, continuó, pasando el abanico a otro discípulo, el cual, acto seguido, lo cerró y se rascó el cuello. Hecho esto, lo volvió a abrir, le puso encima un pedazo de tarta y se la ofreció al maestro. Consideró esta la mejor respuesta.

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  5. 981 festival, 15 de diciembre, te animas???


    François Kevorkian (dj set)
    Pantha Du Prince (live).
    Byetone (live).
    Boddika (dj set).
    Lindström (live).
    Actress (live).
    Holy Other (live).
    DMX Krew (dj set).
    Snuff Krew (live).
    Dj Sith (dj set).
    Judah (dj set).
    Mwëslee (dj set).
    Fatfish (dj set).
    Lendrone (live).
    Chelis (live).
    Niño (live).

    La putada que Kode9 va al 981heritage de Madrid.
    Yo no curro esos días.
    Ya me dices

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  6. Hey Vic!!! pues la verdad no tenía pensado ir porque mi sociopatía está alcanzando niveles preocupantes y la idea de verme rodeado de todo el monogolerío neno-koruñés me tira para atrás, pero la verdad que en el cartel hay cosas interesantes, está actress, dmx puede molar en plan "remember benicassim"; y bytone claro, que son lo más serio.
    Si tú vas sí que voy, pues tengo ganas de verte y charlotear como en los viejos tiempos... estamos en contacto, avisa con lo que decidas

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