Como muchos sabréis, la semana
pasada el proyecto A Cidade dos Barrios obtuvo el premio del Colegio de
Arquitectos en la categoría Ordenación del Territorio. Tomé partido en ese
proyecto con los amigos de Pescadería 20, en lo que fue una experiencia enriquecedora
y maravillosa en lo profesional, lo personal y lo social, pero me gustaría
compartir unas breves reflexiones sobre mi participación en aquel experimento y
los acontecimientos que han ido sucediéndose a su alrededor: mi posición
excéntrica respecto a la generación que quedó representada en aquel evento me
permite hablar sin pelos en la lengua y pensando en voz alta, pues creo no
tener nada que perder.
Para empezar, dejar clara que mi
participación terminó el día que dimos una conferencia en el COAG explicando
nuestra intervención. Creo que más tarde hubo alguna exposición, conferencia o
sarao de los que no tuve constancia, como tampoco participé en muchas de las
decisiones del libro que se editó (especialmente en los agradecimientos); la
página web es gestionada por los promotores de la idea y no (al menos hasta
donde yo sé) por los colectivos participantes, varios de los cuales han
desaparecido o han quedado en manos de los “jefes” carismáticos de cada uno de
ellos. La “marca” A Cidade dos Barrios está por tanto en manos muy concretas y,
viendo la importancia que con los años ha ido tomando la “firma” de cada uno,
retiro la mía de todo lo que ha pasado en posterioridad a la edición del libro,
especialmente del manifiesto que se leyó durante la recogida del premio, del
que no tomé partido ni suscribo.
Uno de los desafíos y potencias
de aquel proyecto era la posibilidad de experimentar con la organización
gremial de los agentes de producción y manutención urbana mediante fórmulas más
cercanas a la autogestión o la estructuración horizontal de las labores, y en
ese sentido ha sido IMHO un fracaso no achacable a las instituciones sino a las
dinámicas internas de la constelación de colectivos implicados. Si se malogró
la continuidad de aquella idea fue, en gran medida, por la incapacidad o falta
de voluntad de organizarnos como lobby autónomo e inmune a los contubernios de
Colegio y Escuela, supongo que por la compleja posición de varios colectivos
respecto a esas instituciones: por una parte se afirma una postura crítica y de
rechazo frontal, pero por otra se demanda de ellos financiación y apoyo
infrastructural, en una esquizofrenia que vengo denunciando como muy habitual
en el archipiélago de colectivos que apuestan por una idea de “lo social” de
genealogía liberal / anarquista con una pancarta en una mano, mientras con la
otra llaman a la puerta de los departamentos universitarios para poder entrar
formalmente en las instituciones (supongo que con el afán reformista de
cambiarlas desde dentro, que se presta a un debate en profundidad sobre hasta qué punto ello no es un contrasentido). El hecho de que dichas instituciones no hayan
prolongado su apoyo no es óbice para que la iniciativa se hubiese podido
perpetuar organizada de otra manera: insisto en que una de las posibilidades de
aquel experimento era la investigación sobre mecanismos de autogestión, y en
ese sentido la culpa es única y exclusivamente nuestra. Y de nuestros divismos.
Por ello yo no hubiese leído un
manifiesto que, a estas alturas, ya no tiene mucho sentido: lo suyo hubiese
sido no acudir a la gala, rechazar el galardón o, mucho mejor, haber continuado
A Cidade dos Barrios con fórmulas de otro tipo. Del texto que se leyó, no estoy
de acuerdo en el uso de la palabras “mercantilización” y “social”, que insisto
son invocadas (a menudo simplista y frívolamente) por parte el asociacionismo
que tiene un pie en la casa ocupa y otro en el claustro del rectorado: en
ocasiones, la nueva generación apela instrumentalmente una idea de “lo social” que convierte al
desfavorecido en un romántico “buen salvaje” al que hubiese que tutelar con
paternalismo pero dejando claro la firma del colectivo pastor de turno.
Agradecer finalmente a LucianoAlfaya (verdadera alma mater del proyecto y el que más se esforzó por sacarlo
adelante) los mil problemas que supongo que habrá tenido que gestionar para llevar a cabo aquel experimento, y ante el que todos deberíamos estar más que agradecidos
por la oportunidad que nos brindó, agradecimiento que hado extensible a Adolfo
Agra y Concepción García por haberme llamado para aquella colaboración puntual
con ellos. Ahora bien, los dimes y diretes, conspiraciones y maledicencias
de los que andan a codazos para entrar en la Academia me dan mucha
pereza y creo que la falta de verdadero espíritu de equipo es lo que hace que
algo como A Cidade dos Barrios pueda haber tenido continuidad como laboratorio
colectivo de investigación urbana. Una pena, porque allí había gente de tanto talento e imaginación como Ergosfera, Desescribir y todos los demás.
(((
Edito por si lo que he dicho ha sonado demasiado airado o personal, que ya sé cómo lee la gente, Lo que digo es que si A Cidade dos Barrios no continuó es porque no nos dio la gana, por dejadez o por lo que fuese, pero no por falta de apoyo porque, creo recordar, incluso llegamos a concertar citas con asociaciones a las que finalmente no acudimos tras mucho postergarla. No me parece justo echarle la culpa al COAG porque insisto que en un determinado momento la pelota estuvo en nuestro tejado.
Respecto a la universidad, por supuesto que me parece bárbaro intentar entrar, cómo no, yo mismo estoy intentando entrar en secundaria: pero habría que aclarar si A Cidade dos Barrios era un trabajo académico o un trabajo social, que son dos cosas no necesariamente idénticas y en este caso, probablemente, antitéticas. El proyecto siempre fue muy ambiguo en eso, y se resintió, incluso hubo temimos censura y demás... Por supuesto los Colectivos han de estar en la universidad, y dando guerra además, pero cuando un trabajo para ser llevado a sus últimas consecuencias tiene que "echar a volar", no queda otra. Me da pena porque fue un trabajo que estuvo muy bien y se murió porque, por las razones que sean, dejó de interesar. Si alguien lo retoma y mejorando lo que hicimos, aprendiendo de nuestros errores, me parecería perfecto. Sigo reflexionando sobre el tema en los comentarios de este post.
)))
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Edito por si lo que he dicho ha sonado demasiado airado o personal, que ya sé cómo lee la gente, Lo que digo es que si A Cidade dos Barrios no continuó es porque no nos dio la gana, por dejadez o por lo que fuese, pero no por falta de apoyo porque, creo recordar, incluso llegamos a concertar citas con asociaciones a las que finalmente no acudimos tras mucho postergarla. No me parece justo echarle la culpa al COAG porque insisto que en un determinado momento la pelota estuvo en nuestro tejado.
Respecto a la universidad, por supuesto que me parece bárbaro intentar entrar, cómo no, yo mismo estoy intentando entrar en secundaria: pero habría que aclarar si A Cidade dos Barrios era un trabajo académico o un trabajo social, que son dos cosas no necesariamente idénticas y en este caso, probablemente, antitéticas. El proyecto siempre fue muy ambiguo en eso, y se resintió, incluso hubo temimos censura y demás... Por supuesto los Colectivos han de estar en la universidad, y dando guerra además, pero cuando un trabajo para ser llevado a sus últimas consecuencias tiene que "echar a volar", no queda otra. Me da pena porque fue un trabajo que estuvo muy bien y se murió porque, por las razones que sean, dejó de interesar. Si alguien lo retoma y mejorando lo que hicimos, aprendiendo de nuestros errores, me parecería perfecto. Sigo reflexionando sobre el tema en los comentarios de este post.
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Así que tras este breve
comentario, seguimos con los asuntos habituales de este blog.
Acción académica... nunca lo había pensado, pero lo cierto es que últimamente la Academia, tradicionalmente asociada a la custodia de los discursos, ha entrado con fuerza en el mercado de ls Acciones, sobre todo en arquitectura. En Madrid hay un montón de colectivos de arquitectos jóvenes que organizan "acciones" de estética muy anarca, pero financiadas por universidades y fundaciones. La verdad es que es un fenómeno de los más esquizofrénico en el que uno no sabe quién se aprovecha de quién o,más peligrosamente, qué queda desnaturalizado.
ResponderEliminarEs además desconcertante lo tremendamente hiperdiseñadas y bien firmadas que suelen ir esas acciones, tanto que el equipo organizador y el discurso de legitimación del que se sirven para argumentar sus intervenciones, llega a eclipsar el fondo. Hay algo que no me gusta de todo ello, supongo que se nota en todo lo que escribo, hay un "algo" de Espectáculo en sentido Debord, y especialmente cierto hálito evangelizador académico que me da repelús... y el hecho de que tirando de los hilos estén siempre las instituciones, no me parece nada estimulante, aunque no tengo una fórmula mejor que ofrecer.
Tal vez haya que radicalizar la escisión entre las acciones académicas asumidas como tal, y las más radical y puramente "sociales"... No lo sé, tal vez este problema es general a toda la arquitectura, que de siempre ha tenido ese complejo de Alta Cultura y ha creído investir de aura magna cada una de sus competencias, y ahora le ha llegado al turno al mundo de la acción urbana, que empieza a estar ya estigmatizada con la pompa de la Arquitectura Importante. Supongo que el arquitecto es ante todo y en su esencia, un decorador, alguien que significa (convierte en signo) todo lo que toca. Esa es su tarea, significar: situar y localizar los fenómenos en la cultura. Tengo que pensar en ello.
http://jonmillward.com/blog/studies/deep-inside-a-study-of-10000-porn-stars/
ResponderEliminar-X-
Eso es una tesis doctoral y no las de la escuela!!!
ResponderEliminarPues si Observer, una pena...
ResponderEliminarCon lo que moló, ¿por qué no hubo un Cidade dos Barrios Vigo, o Santiago, o Ourense? Tal vez aún estemos a tiempo, pero la pelota está más en nuestro tejado que en la del COAG. Si alguien se apunta, yo mapunto a un bombardeo!!! falamos, en marzo llevaré el coche y pensaba bajar a ver la nave. abrazos!!!
EliminarPues ya sabes que cuando quieras... abrzo fuerte
ResponderEliminarVaya, que hermoso, un ingenuo. Me apunto al mea culpa y a alguno de tus post anteriores: la urgencia de una utopía.
ResponderEliminarIngenuo en absoluto. Más bien peco de pragmático. Ingenuidad es suponer que las servidumbres de trabajar para las instituciones no son incompatibles con la práctica del activismo ciudadano: ingenua fue A Cidade dos Barrios al renunciar a la expresión desde la ciudadanía desnuda, sin el escudo del COAG o la escuela. De hecho, siempre creí que la lógica de ACDB pasaba por modelos empresariales, que es lo que hace falta, y en ese sentido la iniciativa de Habitat Social me parece estupenda: estudiando el Agra do Orzán descubrimos entre otras cosas que sufren problemas tan vulgares como instalaciones ruinosas o falta de ascensores, asuntos que no interesan nada a la Academia pero en los que sí se puede incidir desde otro tipo de organmigrama, por ejemplo empresas Cooperativas.
EliminarDetesto el romanticismo hipócrita de los que creen que "lo social" va de filantropía, porque no es así. Me gusta mucho el concepto de Emprendedor propuesto por Schumpeter (ya sé que es anatema de las izquierdas) y rechazo totalmente la oposición entre "lo social" y "lo mercantil". Creo más antitético "lo social" y "lo académico", y a los hechos me remito: en ACDBarrios no hubo interés de continuar cuando advertimos que, como digo, muchas de las acciones a desarrollar eran muy poco glamourosas académicamente y tocaba solucionar problemas muy mundanos. Apúntenme si quieren en el pack de los ingenuos, pero no en el de los soñadores, los románticos o los intelectuales.
- Observer
Era un piropo, en serio. Espero darte un poco mas de caña en breve, pero en esta ocasion no hay pega, me identifico completamente con tu pataleo. Xa falaremos. Hache
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