Anteayer estuve viendo diez
minutos de “Redes” mientras cenaba, y a punto estuvo de
atragantárseme el bocata o cortarme la digestión. Entrevistaban en
modo “de tú a tú” (en una cafetería muy mona, entre sonrisas,
ambiente juvenil, todo muy distendido y espontáneo) a un pollo que
se ha forrado vendiendo su teoría de las “Ocho claves para
triunfar”, y que vienen a ser según su autor la aplicación
del método científico a la vida cotidiana. Bajo su apariencia
de joven modernillo y empático, su doctrina me pareció un enésimo
caballo de Troya con el que el coaching difunde la ideología
neoliberal: entre risas y despreocupadamente, defendía el discurso
de que “el mundo ha de ser manejado como ingeniería y no como
política” y demás himnos tecnócratas que no son más que una
versión 2.0 de las ideas de Ayn Rand, musa y sacerdotisa de los
Chicago Boys. Al terminar el speech del señor ese,
apareció Punset en pantalla, mirándonos a los ojos, y sobreactuando
su aura de gurú marujil soltó un discurso del tipo “Abrazad el
método científico… todas nuestras incertidumbre y angustias
desaparecen si aceptamos la verdad de la ciencia”, en lo que me
pareció un momento televisivo completamente orwelliano, pavorosa
entrada de “la ciencia” en el mercado de las subjetividades.
Terminé el bocata y apagué la tele tarareando aquella estrofa de
los Stone Roses… “Stop the world” I´m getting off”.
Ya circula de maleta en
maleta (y de disco duro en disco duro) la esperadísima última
colaboración entre Mulero y Wünsch bajo el seudónimo Spherical
Coordinates, que anunciaba Óscar en el podcast de Christian y
tres de cuyos temas ya se avanzaron allí. El prometido regreso al
know how de los 90 en realidad no lo es tanto, pues pese a
tratarse efectivamente de temas estáticos y circulares, no son
estrictamente monotracks (secuencias en bucle y sin acontecimientos):
el disco suena muy parecido al último Mulero pero sin los dejes
barrocos que gusta incorporar a su trabajo, a veces innecesariamente.
En esta apuesta por el minimalismo su sonido gana en seriedad,
tensión y pegada, gracias a la exquisita construcción y modulación
de los sonidos y su muy contenida evolución de las estructuras.
Obvio decir que es un 12”
magistral, que supone la cima de la reciente apuesta muleriana por
los reverbs, los timbres con mucho brillo y resonancia (entre
campanosos y aflautados), el polirritmo básico de 3 sobre 4, y las
atmósferas cavernosas y nocturnas, con mucho gas y electricidad
estática. Personalmente me quedo con el escalofriante loop que
cierra el disco, denso y estático, irradiado por las reminiscencias
cósmicas y místicas del último Jeff Mills, en cuya discografía
encajaría a la perfección. Recomendabilísimo funk maquinal, aunque
su riguroso respeto por el canon clásico del techno reducen su
audiencia potencial a los yonquis del género en su versión más
seria, metódica y disciplinada.
En nuestro anterior blog
nos dedicamos durante algunos meses a ilustrar los que consideramos
los más significativos temas techno de todos los tiempos mediante
una serie de videos bastante locos y desmadrados, pero que recordamos
con nostalgia, y que siguen disponibles en nuestro canal. En su día nadie nos hizo ni caso e incluso recibimos
algunos comentarios ofuscados por nuestro atrevimiento, y sin embargo
con el paso del tiempo vamos ya por los 345 suscriptores y 230.000
reproducciones del canal, lo cual no está nada mal teniendo en
cuenta que no hicimos ninguna promoción y la inversión fue de cero
euros.
Tonto de mí, abandoné
el canal justo cuando empezaba a despegar, pues el lenguaje visual
que utilizaba me pareció que estaba ya suficientemente investigado:
algún día explicaré la estrategia estética de aquel proyecto
artístico personal, pero resumo diciendo que el objetivo era, por un
lado, desligar el techno a la iconografía abstracta a la que
generalmente es asociado, sustituyéndola por “found footage” de
imágenes basura de internet filtradas y secuenciadas hasta que
perdiesen su sentido y su significado se evaporase en forma de
espectro. Sea como fuere, el abandono del canal dejó sin ilustrar
muchas canciones que creo deberían haber sido incorporadas:
inmodestamente creo que se trata de un canal muy bueno pero
únicamente porque la música elegida (mis canciones favoritas) son
auténticas joyas. Dejo una lista de los diez temas que, a día de
hoy, considero que deberían entrar en aquel panteón de clásicos,
pero que se quedan sin video al menos hasta que tenga algunas ideas
nuevas (o alguno de vosotros se anime a ponerlos en imágenes):
1.
H229 – Repulsine
(Mike Parker remix)
2.
Mike Parker – Thermo
3.
Stanislav Tolkachev – Proof
4.
Planetary Assault Systems – The
Menace
5.
Christian Wünsch – Seismic
Waves
6.
Forward Strategy Group – Applied
Generics
7.
Reeko – Dystopic
Futures
8.
Scuba – Ruptured
(Surgeon remix)
9.
Green Velvet – Destination
Unknown
10. Jeff Mills -
Revolt
Un pequeño spamming
para los que orbiten por Coruña: en el centro comercial Cuatro
Caminos han instalado un chiringuito en el que saldan stock de libros
nuevos en gallego a un precio muy competitivo (cinco libros por diez
euros), y entre ellos está la colección entera de Bahía
Edicións sobre filosofía, que está muy bien. Se trata de
monografías introductorias a la obra de los más importantes
pensadores, escritas por docentes gallegos de filosofía, muy
fáciles de leer pero con suficiente chicha como para no decepcionar
al familiarizado con la materia. Algunos están bien (el dedicado a
Heidegger), otros bastante bien (el correspondiente a Hegel),
la mayoría muy bien (el de Spinoza es fantástico) pero el
que recomiendo con más rotundidad de los que he leído es el
sobresaliente volumen dedicado a Deleuze. Por mis manos han
pasado muchísimos libros introductorios a este pensador, y creo que
este texto de M.A. García Quintanar es sin duda el más
solvente para introducirse en su obra: olviden el de Michael
Hardt, el de Zizek, el de Badiou o cosas como
“Deleuze for architects”, insisto que como introducción
al deleuzianismo éste me parece de largo el más riguroso y
completo, especialmente por la preponderancia que otorga a su trabajo
en metafísica respecto a sus mucho menos interesantes libros con
Guattari. El ensayo va parándose en los conceptos más
importantes para entender a GD (cuerpo, sentido, acontecimiento,
potencia, idea…) y, lo más difícil, logra capturar con elegancia
el “deleuzianismo” como atmósfera entrelíneas, sin cargar las
tintas en la retórica habitual en este tipo de manuales.
En la misma colección
tengo por leer los dedicados a Zubiri y a Althusser, y
lo que más echo en falta es una monografía sobre Derrida, un
pensador en el que es muy difícil entrar entre otras cosas por la
falta de monografías de este tipo sobre su obra. Dado que se saldan
tan tirados, deduzco que la colección no tuvo ningún éxito, lo
cual es una verdadera pena pues se trataba de una iniciativa muy
cuidada y bien planteada… pero no hay mal que por bien no venga, y
los cazadores de chollos y gangas editoriales podemos aprovechar este
saldo para abastecernos de manuales de referencia. Si espabiláis
seguramente aún queden copias del libro de Deleuze: yo no lo he
comprado esta vez pues ya lo tenía, pero el día que estuve por allí
había una chica con aspecto de punk haciéndose con uno, lo cual me
pareció encantador.
Pedro Almodóvar “Los
amantes pasajeros”, 2013
El viernes pasé por el
garito gafapasta por excelencia de la ciudad, y en esas ocasiones
acostumbro a acercar la oreja a cualquier conversación ajena que se
ponga a tiro, para estar al día de a qué dedica sus charloteos la
peñita cool: en este caso, comentaban entre risas la por lo
visto despiadada crítica de la última de Almodóvar que
publicó ese día Boyero en El País. Estos modernos
estaban tan sorprendidos de la virulencia de la reseña, que pensaban
ir al cine para comprobar si es verdad que “es tan mala como
dicen”. Deduzco por tanto que los hipsters siguen con su
dogma de que “Lo peor es lo mejor”, en cuyo caso probablemente se
van a poner las botas con “nuestro manchego más internacional”
y su cine basura para clase medoa. Detesto infinitamente a Boyero,
pero lo cierto es que siento un odio equivalente por Almodóvar, cuyo
prestigio autorial nunca entenderé. Los Erasmus hablan de sus pelis
como si se tratase de un Bergman o un Pasolini, pues
misteriosamente al cruzar los Pirineos sus películas consiguen un
aura de intelectualidad que a mí se me escapa por completo: su cine
me parece una copia barata y churrigueresca del Fassbinder de
los melodramones kitsch, pero tan mal filmados, tan mal
interpretados, tan rechinantes en sus chistecillos de humor mariquita
y cameos de amiguetes, que la sola idea de gastar un céntimo en ver
algo suyo se me antoja tirar el dinero, y bajarla en plan pirata,
tirar el tiempo. Lo cierto es que en su día filmó tres o cuatro
películas muy potentes, pero a partir de “Átame” su cine
ha entrado en una espiral de autoparodia y pompa histriónica que,
honestamente, provocan a menudo vergüenza ajena, pese a que
numerosos babyboomers parecen encontrar en sus grotescas
bufonadas una forma de “poética” y “profundidad” que no veo
por ningún lado por muy mega-after-ultra-pos-modernos que nos
pongamos: lo suyo es sensiblería lacrimógena y marujil a costa de
una idea muy obsoleta de “la pasión”, y humor sin gracia que
reitera la fórmula del constumbrismo hispanistaní más casposo. Su
decadencia de multimillonario que juega a provocador “contracultural”
ilustran perfectamente la bochornosa deriva seguida por los
“artistas” de la transición, aquella progresía vendida al
vil metal y aferrada como una garrapata a las instituciones
oficialistas: Almodóvar, Alaska, Ramoncín, Savater, incluso Jimenez
Losantos (creo que ya comenté que tengo un libro de
Lyotard…¡¡¡traducido al castellano por Losantos en los 70!!!)
son ejemplares en la nadería e inconsistencias de aquel
sobrevalorado aparato cultural de lo que se vendió como una
“Transición ejemplar” (nuestros políticos todavía hacen tours
por Sudamérica para vender allí nuestro modelo), cuyas miserias y
traiciones alcanzaron su cúspide en asuntos como Bankia: algo empezó
a pudrirse cuando los tótems de la movida empezaron a ser
entrevistados por Julia Otero y compañía. Inviable atender a
Almodóvar después de Lehman Brothers , aunque probablemente esa
asociación os parezca demasiado traída por los pelos. En otra
ocasión comentaremos las andanzas del penúltimo advenedizo de la
saga progre, el abyecto Mario Vaquerizo al que espero poner de verano
en un próximo post, y primo hermano de la “españolidad” de un
Almodóvar que, en lo personal y lo profesional, se ha convertido en
el símbolo perfecto de aquella España que se creyó no sólo rica,
sino también culta y moderna, sin ser ninguna de las tres cosas.
Pues eso: mi crítica de
la última de Almodóvar se reduce a “no la he visto, ni la
veré”.
Otra varietè que olvidé mencionar, han sido las celebraciones coruñentas del día del trabajador, que confirman que el personal sigue sin enterarse de nada: para empezar porque ya debería estar claro que este tipo de reuniones pancarteras a la vieja usanza por un oido le entran y por el otro le sale a los que determinan el precio del dinero, así que si realmente se quiere que cambien las cosas (sigo dudándolo) hay que cambiar de estrategia.
ResponderEliminarPero lo alucinante es que ¡¡¡cada sindicato montó una manifa por su cuenta!!! había una galleguista en la que todo el mundo iba con pancartas de un mismo color, y a 300 metros se reunía la de comisiones, también con su iconografía propia y bien identificable. Este tipo de cosas me enferman, ¿¿¿cómo es posible que en un día así los sindicatos pleistocénicos aprovechen únicamente para vender su respectiva moto??? delirante y patético. Cada manifa tenía su lider, sus consignas y su estética, y en determinados momentos parecían competir entre ellos (de hecho se daban la espalda). Para no dar crédito.
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